sábado, 24 de noviembre de 2012

El limonero

Primeras palabras

Pausadamente te fuiste en silencio
Antes del amanecer.
Presente cada día estarás
Ágora de amor es mi alma, donde siempre vivirás.

Verónica Grau.






A la memoria de un gran personaje de Gavà, buen esposo y buen padre, Don Agustín Grau. 



Don Agustín, un hombre de mediana edad, de tenaz temperamento, ancho de espaldas, musculoso, resuelto de ademanes, firme de andadura, de mirada intrépida, ágil caminando, tanto por el llano, por la playa, como por la sierra, era muy querido en Gavà, dado que con dinero y sin dinero en su colmado les daba a los pobres lo que necesitaban en su hogar.

Ese día  había amanecido muy alegre, pues tenía planeado irse a la montaña en busca de un árbol, el más hermoso que encontrara; lo necesitaba para celebrar la Navidad.
Después del desayuno, con su nena por un lado, había ido al establo para echarles su respectiva alfalfa a los caballos, a las vacas y a las ovejas; después  tomó el camino de la sierra de Ponent, en donde, paso a paso, con alguna rama seca tirada por ahí, apaleaba las verdes ramas de las zarzas llenas de agudas uñas que se prendían a su ropa.

Anduvo por allí, luego por allá,  siempre observando a los seductores grupos de abedules, de robles y de pinos,  echándose al cesto espárragos y setas. Con el paso de las horas Don Agustín se volvía intranquilo, pues no encontraba el árbol que en tal ocasión le sirviera de arbolito navideño.
Siguiendo  las múltiples veredas que le salían al paso, cruzándose caprichosamente,  como si de atormentarlo se tratara, las horas se le fueron yendo al día.
Se sentó en el tronco de un roble derribado, se sostuvo el rostro con la mano, preocupado.
-¿Y ahora qué hago? Se ha puesto el sol… ¿regreso a casa? ¡No, imposible! le prometí a mi familia que les llevaría el árbol para adornarlo y celebrar la Navidad, pero no lo encuentro; el que no está desaliñado, o es muy grande o muy pequeño.
Estos tristes pensamientos se habían apoderado de aquel hombre, cuando a lo lejos escuchó una voz; aguzó el oído, y se dio cuenta de que era la de uno de sus hijos.
-¡Papá!  -¡pa... pa... pá…! -Repitió el eco en el talud cercano.
-¿Me escucha... a... a... a... a…?
-¡Que ya no busque... e... e... e...! ¡Que ya encontraron el árbol navideño… o... o... o... o…!
No esperó más nuestro personaje; se paró y se echó a rodar, prácticamente, cerro abajo.
Encontró al joven apoyado en el tronco de un roble.
-¿Qué ocurre, hijo?
-No pregunte y sígame. Lo esperan en casa.
Llegaron. En la puerta estaba una agraciada y linda niña.
-¿Qué pasa, mi pequeña nena?
-Que ya no necesitas buscar en la montaña. En cuanto saliste esta mañana, en el patio se reunieron los árboles del huerto. Querían elegir al que en este año fuera nuestro árbol navideño. Por unanimidad salió electo el limonero. ¿Te das cuenta, mi querido papi? Aún no han terminado de adornarlo; el naranjo es el encargado de las coloridas esferas titilantes, y se ha pasado el día completo en eso, pero con tan mala suerte, que son más las que rompe que las que logra colocar entre las verdes ramas. El granado, por ser el  más viejo y por lo tanto el más sabio,  dirige los trabajos, y mira,  no deja de regañar al naranjo que a las multicolores serpentinas las hace mil pedazos. Por eso las ves que cuelgan enredadas sin orden ni concierto; pero, por fortuna interviene el gentil rosal que los auxilia, poniendo parpadeantes foquitos luminosos, reinando de nuevo la armonía.
-Pero, mi querido papi, entra, que en el patio te espera la familia. Se ha  organizado una singular orquesta. He sabido que todos los animales de la granja darán un concierto de lo más hermoso, pues desean interpretar, si tú lo apruebas, el Capricho Español, de Rimsky-Korsakov. ¡Oh, mira, los músicos se acercan; traen sus instrumentos!
-Pero, ¡qué disparate es éste, mi querida nena! ¿Por qué a la vaca le dieron el violín y a la gallina el contrabajo? ¡Esto es el colmo…! ¡El caballo con la flauta y  el quejumbroso gallo con la tuba!
-Es comprensible papi; los músicos nada más siguieron las instrucciones de la señora directora de la orquesta.
-¿Y quién es esa atrevida directora, si puedes informarme, mi preciosa nena?
-Te lo diré. Pero antes has de prometerme que no vas a enojarte; recuerda que todo se perdona en Navidad.
-Bien, bien, no voy a contrariarme. ¿De quién se trata?
-Mira, papi, ya se acerca, pavoneándose…
-¿Lesca, mi perrita Lesca? ¿Y con la batuta? ¡Por Dios! ¿Sabrá dirigir tal obra?
-Me aseguró que sí; que esto, que lo otro, que si a la hora de la hora no les saliera bien el Capricho Español, la emprenderían con el Niño del Tambor.
-Bien, bien. Pero, ¿dónde está tu mamá?
-En la cocina, papi. Ha elaborado unos dulces muy sabrosos; El roscón de reyes está de rechupete.
-Gracias, nena mía.  Gracias a todos, familia muy querida, me hacéis muy feliz.

Las Navidades pasaron felices entre dulces, música y lo mejor: el amor de la familia. 


**********

Quiero dar las gracias a Jorge Martínez (Volivar) que muy amablemente me ha dedicado su tiempo, me ha ayudado y participado  en la creación de esta historia/homenaje a mi padre. 



10-11-2012






lunes, 12 de noviembre de 2012

Te extraño

Quiero compartir en mi espacio el regalo de una amiga, Norma Ángela Negra Michelli. Es un precioso poema dedicado a mi padre. Ella ha plasmado en este poema lo que siento ahora mismo y que hoy por hoy  soy incapaz de escribir. Mil gracias, Norma, es un precioso detalle que no olvidaré jamás. 



Padre noble y honesto
Ejemplo de dignidad.
Fuiste un ave, remontando el cielo.
Para no regresar.
Te extraña el sol de la mañana.
Te extraña el día, al despertar.
Te extrañan todos los que te quieren
Pero yo te extraño más. 
Fuiste un pájaro de la pradera.
Revoloteando de aquí y de allá.
Fuiste el abrazo de tu familia. 
Y ahora eres cielo de paz. 





miércoles, 12 de septiembre de 2012

Momentos

Azul y yo. Obra de Gonzalo Torné.




Flor que el viento mece con furia, de hoja frágil y tallo fuerte, resiste.
Con el paso del tiempo el viento amaina.
 La flor da lugar a frutos y siembra nuevas semillas.
 Su jardinero la cuida con esmero. La vida y el amor harán el resto.


viernes, 17 de agosto de 2012

La testa 206

El autor de esta historia es mi buen amigo, Machison. 




En el valle D´ Ouverage todo había sido un desastre desde que Gilles D´Rais comenzara su horrible carrera de muerte y destrucción. Son muchas las leyendas y textos que hablan de sus crueles andanzas a las que sometió a regiones enteras y sin posible defensa. Una reunión ceremonial fue el origen de que la espada pétrea comenzara su sistemático trabajo en la zona de Retz, y Bretaña donde se dice que cometió terribles atrocidades llegando a matar a 10.000 personas incluidos niños de corta edad.

-Lo que pasa aquí es que falta una cabeza…una puta cabeza…

Dijo Gilles a Jakin Locner, uno de sus soldados de confianza, mientras señalaba un estandarte vacío del centro de una fila de ellos, jalonados por cientos de cabezas humanas todavía sangrantes.

-Según el censo del pueblo eran 206 estacas…esas se pusieron.

- ¿No comprendes que no puedo dar de cenar a mis invitados sin esa cabeza? ¿O prefieres que la tuya ocupe su lugar mi buen Locner?...Esa estaca que está encima de mi asiento es la primera que se vislumbra… ¡Ve! ¡Y trae un rostro bello para ese buen lugar!
El oficial se queda pensativo y a continuación responde.

- Hemos acabado con toda la gente del valle a quien matar, y no tenemos tiempo de ir a buscar a nadie. Sólo queda una solución, elige a alguien de tu milicia para que ocupe su lugar. Mi rostro es muy feo y no te haría buen avío…

-Si el censo marcó ese número, ese número de estacas calzadas debe ser. Alguien ha escapado. ¡Buscadle! ¡Y traedlo aquí antes de las 12!

-Nadie os dice que sea una testa bella esa que tanto afán os suscita…

-Sí lo es, lo presiento…

El agua del arroyo llega a ser gélida en esta época del año, pero tan refrescante para un joven rostro magullado como la mejor árnica de espliego. Las ondas concéntricas y cristalinas dejan entrever una tez suave y delicada, surcada por finos y largos cabellos dorados, ahora muy enmarañados después de la gran correría por el bosque. Todavía retumban en sus oídos los gritos de horror y el silbido de las afiladas espadas y su chocar contra la carne. Atrás quedó toda una vida, atrás quedó la injusta muerte…

-Si llevas ese vestido tan largo te va a ser incómodo tu viaje, muchachita…

La voz…como surgida del suelo del bosque, no asusta a la chica, que con aire, eso sí de sorpresa, indaga con sus ojos en la sombra nocturna sólo alumbrada por los tenues rayos de la luna…Después pregunta con gran intriga…

-¿Quién?... ¿quién está ahí?

-¿Cómo qué quién está ahí? Será aquí… ¡Aquí abajo! ¡Eeeeeeyyyyyy!

En la oscuridad azul de la luna llena una figurilla pequeña y humanoide hace señas hacía sí con gran tesón, mientras sigue hablando.

- Chica, si es que a veces no tenéis ojos, casi me pisas ¡no llevas cuidado!

-¿Quién eres tú pequeño ser?

- No tengo tiempo de explicaciones. Vengo a traerte algo. Los humanos y nosotros nunca hemos congeniado, pero mi amigo Tarús, el pastor, siempre me dejaba un regalo.

Él yace ahora ahí, en el castillo de Rais como estandarte para un evento, y a ti también te quieren hacer lo mismo. Te están buscando, pero tú debes escapar y comunicar al obispo lo que ocurre sin demora. Eres el único medio entre el mundo y su reino de terror.

-No sé si podré hacerlo, estoy muy cansada, no llegaré…

-Yo te daré algo que te ayudará a vivir, es la única solución, pero te lo advierto, ten en cuenta que a cambio de la vida deberás pagar un precio muy alto que descubrirás en su momento.

La pequeña criatura vestida de corteza pardusca extiende su minúscula mano y entrega algo a la muchacha parecido a una raíz totalmente desconocida para ella.

-Toma esto. Si los hombres de Rais te descubren, no pierdas tiempo, cómelo y todo se andará. ¡Adiós!

Nada más mencionar estas palabras la criatura desaparece con un sonido parecido al que hace un fogón de pólvora avivado, todo queda silencioso, y la tensión angustiosa de la joven se acrecienta conforme inicia la caminata hacia su destino.

El camino agreste se hace penoso. La senda con ramas y espinos hace mella en su fina piel, cuando comienza a escuchar los cascos de caballos en la lejanía. Sin apenas resuello, la boca se seca y el pulso se acelera en una carrera de desesperación por la noche boscosa, cuando el sonido antes lejano ahora se oye mucho más cerca. Una rama traicionera hace su sucio trabajo y tras un inoportuno tropiezo la frágil dama queda tendida en el bosque, rendida…ha sido inútil el esfuerzo- ¡Me van a matar!-Piensa mientras escucha la voz de sus captores, que ya están encima.

-¡Vaya, vaya! ¡Que tenemos aquí! ¡La testa 206!

Un lapsus en medio del terror le hace acordarse… -¡El regalo de la criatura! ¡Este debe ser el momento!

Mientras los hombres bajan de sus caballos, la muchacha traga la pequeña salvación. Todo se nubla en su mente y los segundos parecen ser años antes de escuchar las próximas palabras de boca de Locner.

- ¡Mierda! ¡No podemos llevarle esta cabeza!- Grita el oficial levantando del pelo a la muchacha.

El siguiente gesto de Locner es rápido, y por sorpresa cuando de un tajo le corta la cabeza a uno de sus soldados más cercanos…

-Bien le llevaremos ésta…Valderois no era mal parecido, jeje

Dicen las crónicas, que esa noche D´ Rais pudo ofrecer una gran velada a sus invitados, nadie comentó nada sobre su estaca de cabecera, y también contaron que una mujer llegó al cabo de semanas ante la presencia de Jean de Malestroit obispo de Nantes, y gracias a su información se pudo acusar a Rais de graves crímenes…

Al obispo le extrañó que aquella mujer hubiera podido llegar hasta su presencia, sobre todo teniendo en cuenta que era…Una anciana.

domingo, 1 de julio de 2012

Atardecer en la desembocadura del Guadalquivir. Obra de Gonzalo Torné. 1970.



Atardecer


Terciopelo de oro en el aire
y un mar de promesas.

                                    Surcos de amor en la arena.
Se va la playa en silencio cuando se hace la noche.
El batir de la ola
                          permanece.




Mis más sentidos agradecimientos a Gonzalo Torné por permitirme que su magnífica obra acompañe mi poema. Y a  Manuel Lopéz Rey por sus consejos y correcciones en mis textos.

P.D. Tenéis los dos una infinita paciencia ¡Gracias!

lunes, 4 de junio de 2012

El color de las palabras
Obras de Gonzalo Torné con textos de Verónica Grau.

Estas obras nacen del diálogo entre los textos y la pintura. En ellas la belleza de los colores y las formas se fusionan con las palabras y los sentimientos, creando así estas magníficas obras. Un cruce de caminos que hace de mis sueños una realidad. 


Mis agradecimientos al artista plástico Gonzalo Torné por dar vida a mis textos. Es todo un honor para mí ver mi firma junto a la de un genio.







sábado, 7 de abril de 2012

El despertar

Sentada  en el sofá voy repasando mentalmente el día  con el sonido de fondo del televisor.  Un murmullo más bien, al qué ni tan siquiera presto atención. Los ojos se me cierran, los destellos de la pantalla me molestan, todo en ella me molesta.
Me intento aislar a través de la música. Todo para no salirme de mi círculo, aquel que dibujé y repasé una y otra vez  sin ser consciente de su significado. De repente algo extraño empieza a suceder.
A mí alrededor una espiral va tomando forma, y se convierte en una montaña rusa.  Una de sus vagonetas  para frente a mí. Una fuerza me invita a subir. Dudo, mi cabeza me dice que no debo subir pero el corazón me dice lo contrario. Y por una vez el corazón gana el pulso.
La vagoneta empieza a coger velocidad, todo va muy deprisa, no tengo tiempo de pensar en nada. Subidas y bajadas de vértigo, tengo miedo y aún así me gusta, me siento libre.

Alguien me acaricia el hombro. Miro a mi derecha y veo una silueta, es transparente. Soy incapaz de articular palabra.

—Hola ¿Dónde has estado todo este tiempo? —me pregunta una voz. Es una voz de mujer.

 Sigo inmóvil mirando la silueta.  La voz surge de ella, pero no tiene rostro ¿Cómo es posible? …

— ¿Quién eres? ¿Qué eres? —le pregunto mientras trato de tocarla, sin éxito. Su esencia  pasa entre mis dedos como el aire.

— ¿De veras no sabes quién soy? Bien,  no te preocupes acabaras reconociéndome. Sólo hace falta un poco tiempo, el primer paso ya lo has dado.  Sólo puedo decirte que siempre he estado contigo y sabía que volverías.

Tras estas palabras, desaparece, dejándome llena de incógnitas. La vagoneta frena en seco, la puerta se abre. De nuevo las dudas… Pasados unos minutos decido qué no, no quiero bajar, mi viaje acaba de comenzar —me digo  mientras cierro la puerta enérgicamente. El golpe me hace abrir los ojos. Todo sigue igual a mí alrededor. Ha debido ser un sueño.

Me levanto  y me dirijo al escritorio. Allí, rebusco en los cajones y encuentro mi diario. No escribía en él desde hacia muchísimos años. Con él en las manos miro a través del ventanal y veo la luna más llena y preciosa que nunca. Salgo a la terraza  en busca de su luz y bajo su mirada tomo asiento y empiezo a  leer.

Me estoy dando cuenta  a medida que leo,  qué allí están escritos  episodios difíciles de mi vida. Siento que empiezo a despertar a la vida. Tengo la necesidad de escribir. Las palabras empiezan amontonarse en mi mente, escribo versos que salen directos del corazón. Mi imaginación vuela. Fantasía y realidad  se mezclan creando historias. Deseos y vivencias cobran vida a través de las palabras.

Han pasado varios meses desde aquel momento, aquel instante en qué sin darme cuenta comencé la búsqueda  de mi misma, en la que  todavía me encuentro.  Sigo en la montaña rusa de los sentimientos, pero cada vez me siento más lejos del miedo y más cerca de mis sueños.

He descubierto un mundo de colores, palabras, formas y sensaciones que llenan mi vida de ilusiones. Mañanas color malva y  tardes doradas. Pasan las lunas repletas de besos azul noche. Lágrimas de emoción, mientras siento  la música de las palabras.

Cada vez que me miro en el espejo vuelvo a ver  aquella silueta y poco a poco su rostro se va distinguiendo, voy descubriendo mi verdadero yo. Aquel que estaba  adormilado, perdido,  o quizás escondido y asustado.



Ilustración : Gonzalo Torné

Mi agradecimiento a Gonzalo Torné, por realizar esta ilustración, la cual es todo un honor para mi. Muchas gracias Gonzalo.



miércoles, 28 de marzo de 2012

Tú... X

Tú, sol que acaricia mis mañanas,
yo, luna que vela tus sueños.
Almas que anhelan poseer alas,
evadirse y fundirse en un abrazo.

Tú, tierra firme y serena,
yo, un mar de lágrimas de amor.
Dirijo mis pasos hacia la arena,
dejando atrás el temor.

Forjando lentamente una amistad,
pura y bella como un amanecer.
Lugar de cobijo en la tempestad,
que me ayuda cada día a renacer.

Arrópame con tu manto de cálido amor.
Ruego a la vida que no te aparte de mi lado,
quiero devolverte con creces
todo el amor que me has dado.


Gonzalo Torné - http://www.facebook.com/pages/Gonzalo-Torn%C3%A9-Artes-pl%C3%A1sticas/208287289221720

jueves, 26 de enero de 2012

Viaje en la noche.

El amor es el sentimiento más poderoso que existe.
Esto es lo que siempre he pensado y ahora con más fuerza que nunca. Dejadme que os cuente mi historia.

Mi nombre es Alex, tengo veinticinco años y comparto mi vida con la mujer para mí, perfecta. La conocí en una fiesta que un amigo celebraba en su casa. A mis veinte años yo era el típico joven alocado, que iba de fiesta en fiesta. Ella, a sus diecinueve años era la chica más hermosa y dulce que jamás había visto, tenía una larga melena rubia, sus ojos,  rasgados y verdes. Sus facciones angelicales me enamoraron nada más verla.

Esa noche cuando al cruzarnos nuestras miradas se encontraron, yo diría que se buscaron, supe que era el momento. Retrocedí sobre mis pasos y fui hacia ella.

—Perdona, espera por favor… — Le grité.

Se giró sonriendo, como si supiera y esperara lo que iba a pasar. Les hizo unas señas a sus amigas para que se adelantaran sin ella. Mi corazón parecía galopar a medida que me acercaba a su lado.

—Hola, me llamo Alex, creo que no nos habían presentado.

—Hola, yo me llamo Daniela, encantada.

Nos dimos la mano y se acercó a mí para saludarme con un beso, fue entonces cuando al contacto con su piel sentí una sensación realmente especial, fueron unos segundos pero sentí que jamás nos volveríamos a separar.

Y así fue. Comencemos una vida en común. Todo sucedió muy rápido, nuestro amor era intenso y ardíamos de pasión. Éramos muy jóvenes pero estábamos tan seguros de nuestro amor que no podíamos esperar más para compartir los días y las noches, deseábamos que los segundos fueran horas.
Para mí la vida carece de sentido si no estoy junto a ella.

Después de todos estos años sigo pensando que es la mujer de mi vida, que siempre lo fue.
Hace una semana fue su cumpleaños y celebramos sus veinticuatro años por todo lo alto. Cena, baile, amor mucho amor, como dos adolescentes, somos novios eternos. Al llegar a casa estábamos agotados así que ella cayó rendida y se durmió al instante. Yo suelo quedarme contemplándola mientras duerme, hasta que el sueño me vence. Ella es la última imagen que deseo ver al acabar el día y la primera al despertar. Nunca hubiera imaginado lo que me esperaba aquella noche.

Cuando empezaba  adormecerme note una sensación rara, era como un extraño hormigueo que recorría mi cuerpo, estaba consciente pero no podía mover ni  un solo músculo. Cerré los ojos un segundo y al abrirlos estaba sumido en una profunda oscuridad, no había nada a mi alrededor, solo un inquietante silencio roto por mi respiración agitada.  Mi cuerpo comenzó a elevarse en posición horizontal. Me asuste, no notaba el peso de mi cuerpo, estaba suspendido en el aire. Algo me impedía hablar, gritar, pedir ayuda. El miedo y la angustia se apoderaban de mí. Note como si una fuerza tirara de mi pecho. Mi mirada permanecía fija en un punto de luz donde se abrió un profundo túnel que  se fue  convirtiendo  en una espiral azul a la que me dirigía a gran velocidad. Todo a mí alrededor giraba, apreté mis ojos fuertemente pensando que despertaría así de aquella pesadilla. Aunque en el fondo sabía que aquello era real.

No puedo recordar nada más, no sé el tiempo que duro toda aquella agonía. Supongo que perdí el conocimiento. Lo último que recuerdo era que pensaba en Daniela, temía por ella.

Al despertar me encontré en mitad de una carretera desierta, rodeada de enormes montañas. Debían de ser sobre  las tres de la tarde, el sol caía calentado el asfalto. Estaba agotado y desorientado, miraba a mí alrededor preguntándome una y otra vez ¿Dónde estaba? ¿Que estaba ocurriendo? ¿Estaba soñando? Aquello tenía que ser una pesadilla ¿Dónde estaba Daniela?....

Caminé por el borde de la carretera esperando encontrar a alguien. Tenía la sensación de que por mucho que avanzaba no me movía de aquel lugar. Parecía estar dando vueltas sobre un mismo eje, el paisaje se repetía y mi desesperación crecía.
Abstraído en mis pensamientos, abatido, levante la vista y observe un automóvil aparecer entre las curvas. Venía a gran velocidad, demasiada, parecía fuera de control. Ante mis ojos atónitos el coche impacto con violencia sobre la muralla de piedras que bordeaban la carretera, dio varias vueltas de campana hasta frenar el impacto de nuevo contra las rocas.

Corrí, corrí lo más rápido que pude, olvide todo y solo pensaba en llegar hasta el coche con el temor de lo que podía encontrarme. El accidente había sido tan violento que creía casi imposible que los pasajeros hubieran sobrevivido. Veía un reguero de combustible salir del automóvil, el depósito se había roto, convirtiéndolo en una bomba de relojería que podía explotar en cualquier momento al contacto con la menor chispa. Las altas temperaturas y el calentamiento del asfalto favorecían la tragedia.

A medida que me acercaba empecé a oír un llanto desgarrador. Había un bebe en el interior, mi corazón se aceleró. Llegué al amasijo de hierros en el que se había convertido el automóvil y allí estaba, en la parte trasera había una niña que apenas tendría un año. Su cabello rubio estaba ensangrentado y lloraba sin cesar. El conductor era un hombre de unos treinta años, estaba inmóvil doblado sobre sí, inconsciente. Los laterales del automóvil estaban destrozados, arrugados como una hoja de papel. Estiré de lo que antes era una puerta con todas mis fuerzas  mientras  trataba de calmar a la pequeña.

—No llores princesa, todo irá bien. No tengas miedo, te sacaré de ahí.

No dejaba de hablarle mientras intentaba abrirme un hueco por donde poderla liberar. Cada vez que dirigía mi mirada hacia ella me inquietaba más, veía la sangre brotando de su pequeño cuerpecito, pero no podía ver el alcance de sus heridas.

De repente uno de los cables produjo una chispa y la parte delantera empezó a arder. Cada vez la pequeña estaba más asustada, su mirada me desgarraba el corazón. Tenía que sacarla de allí como fuera. La tensión que sentía era insostenible. Sentía que si algo le sucedía yo moriría con ella, moriría en vida, lentamente.

Con una fuerza inhumana movido por la desesperación, el pánico y el amor que aquella pequeña me  trasmitía logré arrancar uno de los hierros que me impedían abrir la puerta y acercarme a ella. Su llanto ceso y se convirtió en una tímida sonrisa entre sollozos entrecortados. Sus lágrimas resbalaban por su preciosa carita y alzaba sus bracitos hacia mí. La liberé del cinturón de seguridad y vi que la sangre procedía de un costado. Uno de los hierros le había producido  un profundo corte en la cintura. Tenía algún corte más en las piernas por la rotura de los vidrios, pero eran leves.

La abracé con fuerza, un escalofrió me recorrió el cuerpo y después sentí una enorme felicidad. Aquella mirada, sabía que jamás la olvidaría. Tenía que darme prisa, la aleje de allí lo suficiente para que si explotaba ella no sufriera ningún daño. Rasgué un trozo de mi camiseta y se lo puse alrededor de la cintura taponando la herida, quería evitar que perdiera más sangre. La senté en el suelo, no podía perder más tiempo el automóvil estaba en llamas.

—Ahora vuelvo princesa, voy a traer contigo a papá.

Regresé a toda prisa, comprobé que el hombre no estaba atrapado. Lo cogí por el tronco y tire de él con fuerza sacándolo del vehículo y arrastrándolo como pude al lado de la pequeña, quien al verlo se abrazo a él y lo llamaba con su dulce vocecita.  La voz de un ángel.

—Papá, papá — repetía una y otra vez.

El hombre recobró entonces el conocimiento. Aturdido, entre quejidos de dolor abrazo  a la pequeña con lágrimas en los ojos.
Allí contemplando aquella preciosa imagen con la satisfacción de haberlos salvado vi acercarse un vehículo hacia nosotros. Estábamos salvados, pensé.

Entonces de nuevo noté aquel hormigueo. El sol quedó oculto por una espesa nube grisácea, el cielo se oscureció y nuevamente  aquella espiral que a medida que cogía velocidad me elevaba y me arrastraba hacia ella como una marioneta. Lo último que vi fueron aquellos preciosos ojitos mirándome. Esta vez por alguna extraña razón no sentí miedo sino todo lo contrario, tranquilidad.

Cuando desperté estaba en mi habitación, en mi cama, al lado de mi amada Daniela. No  sabía el tiempo que había transcurrido, para mí había sido una eternidad. Pero allí todo seguía igual, como si nada hubiera ocurrido, incluso el reloj marcaba la misma hora.

Sentí la enorme necesidad de abrazarla, besarla y decirle lo mucho que la amaba y la necesitaba. Estaba agotado física y mentalmente, necesitaba sentirme arropado en sus brazos. Ella despertó por un instante me miró con aquellos preciosos ojos verdes, me beso y me abrazo. Volvió a dormirse mientras yo la seguía mirando, no podía conciliar el sueño.

Los primeros rayos de sol anunciaban que empezaba un nuevo día, pero yo permanecía anclado en los acontecimientos de la noche. Daniela solo mirarme noto que algo me sucedía.  Me era imposible disimular ante ella, me conocía demasiado bien.

—Buenos días mi amor, te noto extraño ¿Estás bien?

No podía pensar en otra cosa que en lo que había sucedido la noche anterior. Tenía que saber si aquello había sido producto de mi imaginación, quizás me estaba volviendo loco. Decidí eludir responsabilidades y quedarme en casa para indagar. De todas formas no hubiera sido capaz de mover un solo dedo en el trabajo.

—Solo estoy algo mareado Daniela, no he descansado bien esta noche.

—No te preocupes, pasaré por la oficina y le diré  lo que te  pasa. Descansa Alex.

Cuando Daniela se marchó me puse rápidamente a intentar aclarar mi mente. Empecé buscando información sobre los significados de los sueños, luego sobre fenómenos extracorporales. Contra más leía más nervioso estaba. Lo que exponían en aquellos textos se podía asociar a lo yo había vivido, pero no entendía que relación podía existir entre aquella pequeña, su padre y yo.

Busqué incluso si se habían producido accidentes de tráfico en circunstancias parecidas, pero no halle nada. Decidí que tenía que olvidarlo, convencerme de que solo fue un sueño.

De nuevo la noche, no podía evitar pensar si me volvería a ocurrir, con cierto temor me acosté. Procedí a mi ritual sagrado, dormirme contemplando a mi Musa. Mientras la acariciaba pase mi mano por su cintura y de repente tuve un fuerte presentimiento. Ella tenía una cicatriz en la cintura por la que nunca le había preguntado. Era una absurda casualidad pero después de todo el día haciendo cábalas tenía que preguntarle. Así que con delicadeza le pregunté.

— ¿Cómo te hiciste esa cicatriz Daniela?

—Yo no lo recuerdo Alex, era muy pequeña. Mi padre me contó que cuando tenía un año de edad viajábamos los dos en coche. Habíamos pasado el día fuera visitando a unos familiares y de camino a casa mi padre sufrió un desmayo y por lo visto chocamos contra las rocas. El impacto fue brutal, el coche quedó destrozado, se incendio y estuvimos a punto de morir. Un matrimonio nos contó que nos encontró en el suelo abrazados lejos del vehiculó. Nos explicaron que desde lejos vieron a un hombre junto a nosotros, él fue quien nos salvó la vida. Cuando el matrimonio llego hasta nosotros el hombre había desaparecido misteriosamente, nunca supimos nada de él. Mi padre intento averiguar quién era, deseaba tanto agradecerle que nos salvara la vida aquel día, pero no  logró encontrarlo jamás. La cicatriz fue del corte que me produjo uno de los hierros.
El destino quiso que ese día esa persona pasase por allí en el momento del accidente y a él le debemos que hoy tú y yo estemos aquí juntos.

Escuché su historia como un niño pequeño, sin pestañear, no podía articular palabra. Las imágenes vividas esa noche golpeaban en mi mente.
Había viajado al pasado, veintidós años atrás, justo en el momento del accidente, aquella pequeña era Daniela y yo la había salvado…Aquello me superaba.

Más que nunca trataba de buscar explicaciones a la experiencia que había vivido. Pero no las hallaba, no en este mundo, estaba fuera de toda lógica.
Ella y yo estábamos destinados a estar juntos o tal vez fuera que la fuerza de mi amor era más poderosa que su propio destino, al que yo había burlado.

— ¿Estás bien Alex, te ocurre algo? Estas pálido.

—No, no pasa nada princesa. Lo que ocurre es que te amo y te amaré más allá de esta vida.

La casualidad no existe…




viernes, 13 de enero de 2012

Mal Momento

Conocí  antes al autor, Manuel López Rey, que a su obra. De una persona con un corazón, una sensibilidad y una inteligencia tan grande como él solo podía salir un libro tan increíble como “Mal Momento”.

Argumento

Para empezar adentrarnos en el libro, Yolanda Ríos nos regala un magnifico prólogo. El libro está dividido en catorce cuentos, todos diferentes y unidos por su intensidad.
Un cruce de miradas con un asesino. Un viaje al lado de un psicópata. Los recuerdos de momentos trágicos vistos desde los ojos de un niño. Una carta impactante de una mujer a la amante de su marido…
Todos y cada uno de ellos tienen en común un mal momento que cambia sus vidas.

El primer cuento lleva por título  “Mal momento”.
Viaje a Lisboa.
Aquellos veranos.
O Roxo.
Carta a la amante de mi marido.
La tormenta.
El último golpe.
Por un día.
El atraco.
Noche cerrada.
La primera luz.
De mutuo acuerdo.
Tiempo sin Eva.
Malas noticias.

Mi opinión

Impactante desde la portada hasta su última página. Es un libro que te engancha desde el primer relato, te deja con ganas de más. Es el primer libro que me estoy releyendo, porque sin duda es digno de una segunda lectura. El autor logra que formes parte de la historia, que la sientas. Todas las historias tienen una gran carga de sentimientos. En especial destacaría “Aquellos veranos” por ser un cuento real basado en recuerdos de la infancia del autor y que personalmente me encanto leer. A pesar de que los cuentos son independientes y bien podrían leerse sin seguir un orden, el autor aconseja una lectura ordenada. Son cuentos cortos de una lectura fácil y apasionante.
Aprovechando que gozo de su permiso  os quiero adelantar uno de los cuentos que forman parte del libro. Tan breve como impactante. Es increíble como en tan pocas líneas este magnífico escritor  puede llegar a expresar  tanto.

De mutuo acuerdo

Llevó bien lo de la separación. Mucho mejor de lo
que cualquiera de los que lo conocían hubiera
podido suponer. Se presentó puntual en todos los
lugares donde lo requirieron y firmó sin rechistar
cualquier papel. Estuvo de acuerdo con la pensión
que habría de pasar a sus hijos, por otra parte
justa y proporcional. Nadie pudo imaginar que
una tarde, recién despertado de la siesta, acaso
aún dentro del sueño, se disparó un tiro bajo el
mentón con el revólver apuntando al techo.
Además de esa bala, lo último que cruzó su
cerebro fue la sensación de haberlo perdido todo.

© Manuel López Rey


Fotografía realizada por J.M. Alfaro.
Sobre el autor

Manuel López Rey, nació en Ponferrada (León) en 1957. Coordinador Técnico de Cultura, director de escena, escenógrafo, osteópata y escritor.
Lleva muchos años dedicado al mundo de la literatura. Ha participado en otras publicaciones como parte de un grupo de guionistas. Mal Momento es su primer libro publicado con su nombre.




Enlaces

Página de Facebook. INéDITO; http://www.facebook.com/LopezReyManuel

El libro se agotó en su primera distribución. Si estáis interesados  en adquirir un ejemplar solicitarlo en el correo que ahora os facilitaré y se os enviará contra reembolso. El precio del libro es de 9€.
Correo electrónico;  manuellopezrey@gmail.com

Solo me queda recomendaros este libro al 100%.  Si me pedís que le ponga nota, sin duda  un 10. Os animo a que como un día hice yo os acerquéis a descubrir a este increíble escritor.



lunes, 2 de enero de 2012

Destino. Último vuelo.

Mi historia, mi vida, empezó y termino contigo. Jamás hubiera pensado que llegarías a mí como lo hiciste. Aquella mañana de invierno todo parecía estar en mi contra. El despertador no sonó, me levante sobresaltada al ver la hora, el mal humor se apodero de mí. La ducha se estropeo en el momento menos adecuado dejándome cubierta de espuma hasta las pestañas. Cuando creía tenerlo todo controlado, las llaves del coche parecían haber cobrado vida y como niñas juguetonas se habían escondido. Llegue a pensar que aquello era irreal, quizás era un sueño o más bien una pesadilla.

El teléfono me confirmo que no lo era. Mi amiga Laura a la cual tenía que recoger de camino al trabajo estaba nerviosa y preocupada. Yo era la viva imagen de la puntualidad y esa mañana estaba rompiendo todos mis esquemas. Después de poner la casa literalmente patas arriba encontré las llaves, estaban a buen recaudo, habían encontrado un agujerito en el forro para esconderse ¡Increíble! Salí a toda prisa en busca de mi amiga. Laura me esperaba en la calle y casi la hice subir en marcha. —No, no preguntes Laura, no te lo creerías. —le dije mientras pisaba a fondo el acelerador.

Pero ahí no acabo todo, topamos con un espectacular atasco. Decidí aproximarme hasta el núcleo del atasco. Sufrí un ataque de risa al ver un camión de gallinas volcado y una lluvia de plumas a mí alrededor. Las gallinas campaban a sus anchas entre los coches.  A mi lado estabas tú, mirándome y sonriéndome  me dijiste. — ¿Es cómico verdad? Si te contara la mañana que llevo... El coche no me arrancaba, he perdido el vuelo que tenía programado y aquel coche lleno de plumas que ha chocado contra el camión es el mío. Afortunadamente para mi  he salido ileso, no pueden decir lo mismo algunas de esas pobres gallinas— ¿Quieres tomar un café mientras acaban de cazar gallinas?—te dije, mientras yo misma me asombraba de mi reacción. Laura decidió continuar a pie hacia la oficina.

Hablemos durante horas. Me contaste tu extraña mañana y yo hice lo propio con la mía. Entonces fue cuando me di cuenta de que  todo lo sucedido había sido obra del destino. Tú y yo estábamos destinados a conocernos aquel día. Todo se había aliado a nuestro favor para que nuestros caminos se cruzaran, a pesar de que a nosotros nos pareciera una mañana horrible.

Con ese café comenzó nuestra bella historia de amor. Días llenos de luz junto a ti y noches de pasión. Amigos, cómplices y amantes. Deje la oficina para disfrutar de cada instante a tu lado. Paseábamos nuestro amor por todos los países donde tu trabajo te llevaba. Después de cinco intensos y maravillosos años juntos el destino volvió a jugar con nosotros. Partías a un nuevo viaje, al cual no pude acompañarte. Tú no lo sabías todavía,  guardaba la sorpresa  del fruto de nuestro amor para cuando volvieras a casa.

Tanto tiempo soñándote, imaginando que sigues a mi lado. Han pasado dos años desde que te fuiste y todavía se respira tu olor en cada rincón de la casa. Me prometiste que volverías —Solo son dos días, volveré pronto—, mentiste.

Todo me recuerda a ti, hasta el detalle más simple, y son estos recuerdos los que hacen que te odie y siga amándote. No podré superarlo sin ti. Me repito constantemente lo que todos me repiten —Debes olvidarlo, princesa—. Cómo olvidar tu boca, aquellos besos, los brazos en los que me cobijaba y me sentía segura. Tu recuerdo me hace enmudecer, la nostalgia me paraliza y mi mundo se tambalea.

Cada día, al amanecer, me levanto, me pongo el vestido que tanto te gustaba y me pinto los labios con tu color favorito, rojo pasión —Debo de darme prisa, es la hora de ir a recogerte, la hora en la que debías haber vuelto. Quizás hoy sea el día que regresas.
Y aquí estoy, de nuevo esperándote, sentada entre una multitud de personas ajetreadas que arrastran las maletas de un lado a otro del aeropuerto, y que tampoco imaginan que este pueda ser su último vuelo.